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Foto del escritorPs. Carolina Salazar

TEA, TDAH… ¿Qué son los trastornos del neurodesarrollo y cómo se diagnostican?

Mucho se habla hoy sobre las siglas TEA y TDAH, pues ha sido un tema en gran ascenso durante los últimos 5 años, sin embargo, bastante de aquello que se comenta hoy continúan siendo creencias y mitos sobre este tema, así como información desactualizada que no se corresponde con el conocimiento actual del neurodesarrollo.

Para comenzar, los Trastornos del Neurodesarrollo son, de acuerdo con el Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales Revisado (DSM-5-TR), un conjunto de condiciones que inician tempranamente en el desarrollo y, en la mayoría de los casos, se manifiestan durante tal período. Estos varían en severidad y pueden generar problemáticas aisladas, como en lenguaje, funciones ejecutivas, o funciones sociales, u otras problemáticas más globales. Se caracterizan por déficits en el desarrollo o diferencias en el funcionamiento cerebral, lo que genera limitaciones sociales, académicas, personales, entre otras. Dentro de estos, encontramos diferentes condiciones, como Discapacidad Intelectual, Trastorno Específico del Aprendizaje, Trastornos Motores, Trastornos de la Comunicación, Trastorno de Déficit Atencional/Hiperactividad (TDAH) y Trastorno de Espectro Autista (TEA, actualmente denominado Condición de Espectro Autista, o CEA, pero eso lo veremos más adelante). Aunque todas sean diferentes entre sí, o refieran a distintos dominios de la conducta, comparten, como se mencionó previamente, el que deben estar presente desde las etapas tempranas del desarrollo de la persona, pues estos trastornos no se adquieren ni generan en etapas posteriores. Así, como pueden vislumbrar, alguien diagnosticado de TEA o TDAH en su adultez, en verdad ha tenido esta condición desde su infancia, solo que, probablemente, fue diagnosticado cuando las exigencias del medio excedieron el equilibrio que sus estrategias compensatorias mantenían previamente.


Cabe destacar que este instrumento es de origen médico, por lo que se habla en términos de déficit, síntomas y diagnóstico. Condiciones como el TDAH y el CEA se conocen como neurodivergencias, reconociendo y aceptando que la forma de funcionar de nuestros cerebros es diversa, incluso cuando hay una forma “típica” de funcionamiento. De esta forma, al no encajar dentro del modelo médico como “patologías”, se habla de detección o identificación de las condiciones en lugar de diagnóstico, y se habla de rasgos en lugar de síntomas. La forma de detectar/identificar una neurodivergencia, a diferencia de lo creído popularmente, o lo que se realiza en muchos casos, no es mediante pruebas ni evaluación neuropsicológica, aunque estos pueden entregar valiosa información que colabore con el proceso diagnóstico. Se debe realizar una evaluación comprensiva del desarrollo, llevada a cabo por un equipo multidisciplinario, que puede estar compuesto por médicos psiquiatras y neurólogos, psicólogos, fonoaudiólogos, kinesiólogos y terapeutas ocupacionales. Ellos deben evaluar la presencia de los rasgos a lo largo del ciclo vital del consultante.

Por último, es importante evaluar la existencia de otras condiciones de salud mental que suelen co-ocurrir, pues los trastornos del neurodesarrollo suelen presentarse en conjunto. En el caso de TDAH y CEA, las mayores comorbilidades son el Trastorno Obsesivo Compulsivo, trastornos ansiosos y depresivos. Identificarlo permitiría llevar un proceso terapéutico que no se oriente a cambiar los rasgos divergentes de la persona, sino que aquello que le es egodistónico.

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